LA INFANTERÍA DE MARINA
La Infantería de Marina disfruta de la misma antigüedad que la primera embarcación que se construyó con ánimo de hacer la guerra. Tal vez no fuesen estos guerreros conocidos entonces como «infantes de marina», pero lo que sí se sabe con una certeza absoluta es que, tanto en aquellos tiempos como en estos, las naves estaban gobernadas por una reducida tripulación en la cual cada uno estaba especializado en su oficio, pero todos ellos eran desconocedores de las estrategias bélicas y además eran muy pocos en número para conquistar o atacar otras tierras. Como argumento para comprender un poco mejor lo que se acaba de asegurar, habrá que decir que en el descubrimiento de América la Nao Santa María, por ejemplo, llevaba la siguiente tripulación: Martín Alonso Pinzón, capitán; Francisco Martín Pinzón, maestre; Cristóbal García Sarmiento, piloto; Juan de Jerez, piloto; Juan Pérez Vizcaíno, calafate. Y doce marineros que, además de hacer las veces de vigía en lo alto de la Cofa, y, a veces fuego para comunicarse con las otras naves, ejercían los trabajos propios de sus cargos, fijar obenques, bajar, subir, cuidar y remendar las velas, etc.
Como podremos comprender por lo que llevamos explicado, con diecisiete hombres que formaban la dotación de la nao, hubiera sido imposible defenderse en caso de ser atacados. Para ello, es decir, para defender el barco y conseguir que la misión encomendada fuese un éxito, las naves transportaban además de todo lo dicho, soldados de infantería con sus armas correspondientes que, aunque durante el viaje —para que no estuviesen ociosos—, ayudaban a la tripulación en tareas fáciles que en ellos se hacían cotidianas durante la travesía, cuando la nave alcanzaba el objetivo y echaba el ancla, tomaban estos soldados el mando en tierra y defendían a los demás de cualquier ataque o peligro que les sobreviniera.
Esta fue la fuerza elegida para acompañar y proteger las primeras embarcaciones que se construyeron para la guerra porque la infantería es el más antiguo de los cuerpos militares existentes. Los pueblos prehistóricos ya tenían sus guerreros que, aunque combatían sin orden ni método alguno, podían ser considerados como infantería, porque cualquiera que busque en un diccionario podrá comprobar que infante es el soldado que combate a pie. Y de la misma forma podemos llegar a la firme conclusión de que cuando estos pueblos prehistóricos comenzaron a desplazarse por el agua en plataformas de madera que ellos mismo aprendieron a construir, además de llevar bogadores que gobernaban la plataforma, iban también acompañados de guerreros armados para defenderse en caso de que les sobreviniese algún peligro en las nuevas tierras que exploraban.
Los faraones egipcios también usaron esta infantería de marina para defender el cargamento de sus naves, hacer la guerra a otros pueblos y defenderse por mar y río. Los macedonios también lo hicieron. Los griegos y los persas, no solamente los utilizaron para su defensa en el mar, sino que ya comenzaron a elegir a los que debían luchar en tierra y los que debían hacerlo en el mar, dándoles a cada uno una instrucción militar diferente. El historiador griego Herodoto de Halicarnaso (año 480 a. C.), en uno de sus nueve volúmenes de que está compuesta su obra conocida como el Libro o Crónica de Herodoto, ya hace mención de esta Infantería de Marina. En su libro séptimo, capítulo CLXXXVI, dice: «Y siendo tan excesivo el número de esta gente de guerra, para mí tengo que no sería menor, sino mayor aún, la multitud en la comitiva de soldados y de marineros en las embarcaciones de transporte, en especial en aquellas naves del convoy que el ejército seguía…»
Después de los griegos, fueron los romanos, y así sucesivamente hasta llegar a las órdenes militares y religiosas que fueron constituidas y aprobadas por los papas para defensa esencialmente de la fe cristiana.
Todo lo anterior nos hace desembocar en la Orden de la Estrella, como fue llamada en su principio, o de Santa María de España, como tuvo que llamarse después, cuya historia pueden ustedes leer en el siguiente libro:
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Todos los historiadores que han dado a conocer cómo y por qué se fundó la Orden Militar y religiosa de Santa María de España, nos han hecho creer que fue creada para mantener a raya a los piratas berberiscos. Nadie nos dijo hasta ahora que los mencionados piratas berberiscos no eran piratas propiamente dichos, es decir, gente sin patrón y sin gobierno, sino que eran marineros adiestrados que servían y obedecían los mandatos de su rey. Aquellos mal llamados piratas, seguían la estrategia marítima de la más tarde conocida como guerra del Corso, la cual, con el ataque al comercio del enemigo, y el expolio, muerte y destrucción de cuantos pueblos costeros se hallaban desprotegidos, tendían a quebrantar la resistencia económica del adversario.
Ante este atropello y para darle solución, el día 21 de noviembre del año del Señor de 1272, día de la presentación en el Templo de Nuestra Señora, el rey Alfonso X el Sabio, constituyó esta Orden con el propósito de vigilar las costas y proteger sus mares de los corsarios. Como quiera que la Orden fuese totalmente marítima, ya que su misión era vigilar costas y navegar por el mar, don Alfonso eligió los mejores navegantes de otra orden que ya estaba fundada: la Orden de Santiago. La única orden militar y religiosa que en aquellos tiempos disponía de numerosas naves y de excelentes almirantes, capitanes y adiestrados soldados que habían sido instruidos tanto para vigilar costas, defender pueblos o luchar en el mar cuando sus naves abordaban a otros barcos enemigos.
Aunque la Infantería de Marina ha existido, como ya hemos visto, desde que el hombre echó al agua la primera plataforma de madera, su historia oficial no comienza en España hasta que en el año 1537 el emperador Carlos I de España y V de Alemania la reconoce como tal. No la funda ni la crea, como algunos historiadores aseguran, porque ya estaba fundada y creada. Lo único que hace es reconocerla como tal y darle de esa forma más importancia de la que se le había estado dando hasta el momento porque el Emperador necesitaba infantes de marina templados y bizarros para asignarles de forma permanente un puesto en sus Escuadras de Galeras y Galeones.
Sin embargo, y a pesar de que alguno de nosotros sigamos defendiendo que la Infantería de Marina es tan antigua como el hombre y gracias a ella se fueron creando primero y defendiendo después los pueblos que hoy habitamos, no objetamos ni contradecimos de ninguna forma que, según decreto de 1888/1978, de 10 de julio, por el que se ratifica la antigüedad del Cuerpo de Infantería de Marina en España, se fije ésta en el año mil quinientos treinta y siete.