Esta orden es conocida con los nombres de: Orden de la TERRAZA, de la JARRA, del VASO DE LA VIRGEN y de los LIRIOS, como quiera que la palabra TERRAZA etimológicamente significa: jarra, vaso, recipiente para beber agua, bullen alrededor de esta historia infinidad de leyendas, entre las cuales se pueden encontrar, por lo del vaso y jarra, leyendas griálicas y otras muchas. Una de la más conocidas es la de la perdiz que el rey persigue, y que le lleva directamente al interior de una cueva donde se oía una música angelical, y donde encontró la JARRA de la VIRGEN con los LIRIOS dentro. De esta leyenda hay muchas versiones, unas veces es perdiz, otras paloma, otras halcón... Esta leyenda es la siguiente:
Dicen que en el año del Señor de 1044, el rey don García III de Nájera, también conocido como Sánchez de Pamplona, estando de caza por sus posesiones, vio volar una perdiz que huía de un azor que la perseguía. Era una escena digna de contemplar porque la perdiz volaba con tal brío y con tanta rapidez que el azor no podía darle alcance. El Rey salió tras las dos aves para no perderse detalle, y sus sirvientes salieron detrás de él.
Parece ser, según cuentan las crónicas, que la perdiz, sintiéndose cansada, penetró en una cueva, que estaba situada muy cerca del río Najerilla, llevando al persistente azor detrás de ella.
El Rey no se lo pensó dos veces, y picando espuelas penetró también en la cueva..., pero, cuál no sería su sorpresa, cuando al instante de entrar en ella comienza a oír una dulce música que envuelve la soledad y la oscuridad de la inmensidad de la cueva y la convierte en un lugar celestial.
Sigue el Rey el rastro de la extraña música, para saber de dónde procede o quién la toca y, al poco, llega a un espacio completamente iluminado donde ve ante él una hermosísima imagen de la Virgen y una terraza (jarra de barro para beber agua) llena de lirios frescos junto a ella. A los pies de la Virgen descansan, juntos y como hermanos, la perdiz y el azor que antes pugnaban, uno por atrapar y el otro por libarse de sus garras.
El Rey ve en todo aquello un augurio milagroso y sabe que la Virgen quiere favorecerle, y desde entonces va a todas las batallas con la creencia de que la Virgen lo protegerá y le hará salir victorioso. Y así es, la conquista de Calahorra, que llevó a cabo al año siguiente de haber sucedido este hecho milagroso, fue un éxito. Y ello le hace tomar la firme decisión de fundar junto a la cueva un monasterio al que se le dará el nombre de «Santa María la Real de Nájera».
Pero como la cueva no se hallaba en aquellos tiempos cerca de una ciudad que pudiera defenderla de un ataque sarraceno que acaeciera por sorpresa, ya que el monasterio había sido dotado por el Rey de grandes rentas, hermosas y fértiles huertas, bodega, ganado y modernos hornos para cocer el pan, y elegido por él también para que a la hora de su muerte reposaran sus restos allí, don García dio las órdenes oportunas para que fuera fundada una orden militar, en cuyo monasterio tendrían su cuartel general, con la finalidad de que lo defendieron de ataques y latrocinios, y con el encargo de que protegiesen a los muchos peregrinos que ante la Virgen iban rezar diariamente. La Orden fue llamada «Caballeros de la Orden de la terraza». La divisa de esta orden, como no podía ser otra, era una jarra de azucenas de oro pendiente de un collar, también de oro.
En el año del Señor de 1403, muerto ya el rey Juan I, le tocó el reino de Aragón a su hijo Fernando, y siguiendo con la tradición de conservar la divisa de esta orden, por los muchos favores que de la Virgen habían recibido, hace partícipes también a sus hermanos de ella.
Cuando, después de un asedio largo, la ciudad de Balaguer se rinde, el rey don Fernando, entrega también la divisa a ochenta caballeros que habían sido el motivo del éxito de la rendición por su valentía demostrada. Añadiendo, para que la divisa de los caballeros no fuera igual que la real, un grifo (animal mitológico, mitad águila, mitad león) que tenía la jarra cogida con la mano.
Esta orden militar llegó a ser tan famosa y sus gestas fueron tan espectaculares, que su fama llegó a oídos de toda Europa. Y el Rey no tuvo más remedio que hacer participes de su divisa a Alemania, Inglaterra, Hungría y Polonia.
La Orquesta municipal de Nájera, se llama «Orquesta de la Terraza» en honor a la dulce, extraña y hermosa música que en la cueva oyera el rey don García.