ORDEN DE SAN HUBERTO
Poco se puede decir de esta orden ya que han quedado en la historia muy pocos documentos de su presencia. Lo poco que sabemos de ella es lo siguiente:
Esta orden, que fue también conocida por «Orden del Águila de Oro» y «Orden de la gran Caza», fue fundada por Luis Everardo, duque de Wurtembeg en el año del Señor de 1702, siendo creada con los nombres de San Huberto y de La gran Caza por lo que a continuación se dice:
San Huberto fue obispo de Maestricht y de Lieja y patrón de los cazadores. Vástago de los duques de Aquitania, pasó su juventud en el palacio del rey Tierry entregado a todos los placeres mundanos. Era, sobre todo, un cazador empedernido. Y sucedió que un día, habiéndose ido a cazar en el bosque de Ardennes, cuando los fieles se dirigían a la iglesia se le presentó un ciervo magnífico con un crucifijo entre los cuernos. Este espectáculo le transformó. Dejó inmediatamente el palacio, renunció al ducado de Borgoña, entró en la abadía de Stavelot, y llegó a ser obispo; convirtiéndose en un impetuoso cazador de almas, 727.
Al poco de haber sido fundada esta orden cayó en el olvido, hasta que Federico I, rey de Wurtemberg, la restableció en el año 1806 con un nuevo reglamento y con el nombre definitivo de Orden Real del Águila de Oro.
El Rey era el jefe supremo y el gran maestre de esta orden. Había sólo una categoría: la de caballeros.
El 23 de septiembre de 1818, el rey Guillermo I disolvió esta orden y sus caballeros fueron trasladados a la «Orden de la Corona de Wurtemburg».