ORDEN REAL DE ISABEL LA CATÓLICA

 

Deseando el rey don Fernando VII premiar los méritos contraídos y servicios prestados en defensa de las posesiones de Ultramar, instituyó, en el día 24 de marzo del año 1815, esta orden real y la puso bajo la protección de san Isabel, reina de Portugal.

El jefe soberano de la orden era el rey. Y al tiempo de su fundación la orden se dividió en tres clases. A saber: Grandes Cruces, Comendadores y caballeros, cuyo número era ilimitado.

La insignia de los primeros es una banda de seda ancha, que se llevaba terciada desde el hombro derecho al costado izquierdo. La banda es blanca en el centro y de color de oro en los costados, ribeteada de un filete blanco. De ella pende un lazo de cinta más estrecha, pero de los mismos colores, que lleva pendiente la cruz de la orden. Esta es de oro, con cuatro brazos centelleantes en sus extremos; esmaltada de rojo y flanqueada de rayos de oro. En el centro hay un escudete con las columnas de Hércules y dos mundos cintados de oro, y sumados de una corona real. Rodea el escudete una bordura blanca, y en ella esta leyenda en letras de oro: A la lealtad acrisolada. En su reverso la siguiente leyenda: Por Isabel la Católica, Fernando VII. Y encima de la cidra de este, que está en el centro del escudete sobre esmalte azul, una corona real. El todo de la cruz está surmontado de una corona olímpica de oro, formada de olivo.

La placa, que solo usan los Grandes Cruces, es de oro de igual forma y esmalte que la cruz; con la sola diferencia de que en la parte superior de la bordura del escudete esta colocada la leyenda del anverso, y en la inferior la del reverso; y en el centro sobre esmalte azul, la cifra y la corona.

Los Comendadores llevan la propia cruz que los de la categoría explicada, con una cinta más estrecha, rodeada por el cuello, y pendiente sobre el pecho.

Los caballeros de la orden la ponen en el primer ojal de la casaca.

Los cardenales, arzobispos y obispos que pertenecen a la orden y categoría de Grandes Cruces, la llevan en sotuer sobre el pecho, con la cinta ancha ya explicada, y la placa en la parte izquierda de la capa o manto.

Los eclesiásticos que son comendadores la usan como los demás de esta clase, y los caballeros sacerdotes, la llevan también en sotuer, pero pendiente de un cordón negro.

El traje de grandes cruces en las funciones solemnes, es una túnica tercianela blanca con un bordado de hilo de oro: manto de la propia tela de color de oro, con muceta blanca y dos fajas del propio color bordadas en oro: zapatos blancos con lazos dorados, sombrero a la antigua española con plumas blancas y doradas, y el collar sobre la muceta.

El collar de la orden está compuesto de eslabones interpolados. Unos forman un arco y una aljaba cruzada: los otros, uno cuadrangular, también de oro con dos fechas puestas en cruz, y unos y otros están unidas por medio de un óvalo de oro, esmaltadas en azur, teniendo en su centro, el primer óvalo, la cifra "F. VII", de oro, y el segundo, dos mundos surmontados de la corona real, del propio metal. Pendiente del extremo del collar, cae sobre el pecho la cruz.

En los días de gran gala puede usarse la venera adornada de pedrería; pero no está permitido hacer alteración ninguna en la forma ni tamaño de la cruz.

Los grandes cruces tienen el tratamiento de Excelencia, en virtud del Real Decreto de 24 de marzo de 1815.

Según el artículo 26 del Real Decreto de 26 de julio 1847, la orden americana de Isabel la Católica debe tener el mismo número y denominación de categoría que la de Carlos III, siguiendo las mismas reglas que esta, y sin que puedan pasar de doscientos los comendadores, ni de ochenta los grandes cruces.

El el artículo 21 del propio Real Decreto se señalan los derechos de titulares de esta orden, que no reseñamos, por haberse variado posteriormente.

El secretario de la Asamblea Suprema de la orden usa la cruz pendiente del cuello, una banda como los grandes cruces y la placa, aunque son de menor tamaño.